Olor a lana

Lars Herding ha muerto, atropellado por un camión en Tunnenberg; eso sabemos en las primeras páginas de la novela a través de un primer narrador que recibe la visita de un familiar. Y así nos adentramos, en la página 32 a la narración del propio Herding (Gustaffson, al igual que en Muerte de un apicultor, hace un rodeo antes de llegar a la historia central). Lars Herding ha planificado y postergado su propio suicidio sabemos de su boca en las primeras páginas de su narración, agobiado por una vida estéril, en medio de un país en el que la estandarización y el progreso van borrando el mundo tal como lo conoció, que son parte de él; y que menosprecia el genio y el talento. Hasta que descubre a un alumno de una familia humilde y decadente con un talento natural para la matemática, y a través de él, una posibilidad de redención. La muy buena narrativa de Gustaffson hace que esta historia sea atractiva y serena, aún con sus múltiples descripciones de lugares del norte de Suecia que no conozco; y aprovecha para hacer sus primeras críticas a la mediocridad surgida por las reformas de la Socialdemocracia sueca durante la Postguerra. Un libro muy interesante y grato.