De ningún lugar a ninguna parte

3,5 Como el título, la novela va de ningún lugar a ninguna parte, sino que acompaña los soliloquios del narrador mientras alterna días en los Balcanes (Croacia y Bosnia) y Noruega, su lugar de exilio, yendo y volviendo en el tiempo, volviendo una y otra vez sobre ciertos episodios, agregando nuevos elementos en cada ocasión. Con muchos elementos autobiográficos novelizados, e narrador fue criado en hogar con escasa contención y acompañamiento, y el inicio de las guerras de la implosión de Yugoslavia lo dejan desamparado, solitario en su postura de no elegir de manera forzada una u otra nueva patria, como a quien le han quitado el suelo en que se apoya. “La guerra y todo lo que la sigue llegaron como un estruendo y sin preguntar si uno quería ser parte de esas disquisiciones, entre filosóficas y surrealistas, sobre el origen y la religión de la gente, sobre la tierra y la sangre y las tumbas de los antepasados en mítines donde se coreaba a líderes nacionales que parecían villanos de Alan Ford.” La temática ya ha sido abordada por otros escritores nacidos en Yugoslavia, como en la nostálgica "Yugoslavia, mi tierra" o la indignación racional de "El Ministerio del Dolor". En este caso el enfoque es el de la orfandad y el desgarro personal de una soledad difícil de superar. El de alguien que vive el exilio tanto en Noruega como en una patria que ya no reconoce como propia. Un buena historia de un intento desesperado de vivir con el desamparo y el desarraigo a cuestas. Quisiera que mi próxima lectura no constituya una sucesión de excesos etílicos. Tal vez Heidi. Bekrim Sejranovic nació en Bosnia en 1972, y después de su exilio en Noruega, se instaló en Banja Luka, Bosnia, habiendo conformado una familia. Pero los excesos de su pasado le dieron alcance y murió en 2020 a los 48 años.