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11 Mar, 2025
Ana Blandiana es considerada la mayor poeta rumana; dada mi pobre sensibilidad para la poesía, he optado por la narrativa, y por disponibilidad, este libro que incluye cuatro relatos, en este caso, uno por cada estación del año. También está disponible en castellano su libro de relatos Proyectos del pasado (aunque no en Argentina); en cambio no he encontrado en castellano su novela Cajón de los recuerdos.
Los relatos son anunciados como literatura fantástica. Debo decir que tengo un problema con este género; me gusta mucho el realismo mágico; también el descubrimiento de la maravilla (o el espanto) en una escena cotidiana; e incluso me parece muy interesante que el autor (o el narrador) haga volar su imaginación y lleve a extremos extraordinarios una situación cotidiana. Pero las puertas secretas a otra dimensión, o la aparición de figuras que obran magia, supera el límite de mis gustos literarios (y me ubica, por ejemplo, como un detractor solitario de obras como El Maestro y Margarita.)
Pero como también he tenido sorpresas agradables, he avanzado con los relatos, en los hay de todo; en algunos he percibido la influencia de Kafka, en otros, la de Poe (no siempre la mejor), y estirando un poco la centralidad del sol implacable, como en El extranjero.
Y también hay una muy buena escritura, inteligente y sensible.
Los relatos suelen comenzar con la narradora en una situación cotidiana, en la que algo va a ocurrir:
"Pocos placeres me hacen alcanzar tanto la felicidad como el pasear sin rumbo por las calles, el poder perderme sin motivo alguno y sin finalidad, desafiando al tiempo..."
Me gustaron mucho los primeros dos relatos (La capilla con mariposas; y Queridos espantapájaros), que me han dejado en un estado de ánimo que sólo el sueño era digno de tocar. Pero me ocurrió como me anunciaría en el tercer relato:
"No estaba preparada para el sueño; en vano me había imaginado que el camino hacia él quedaba siempre libre, que con independencia de lo que hiciera, (yo) formaba parte de aquellos que tienen el talento de dormir"
Y ante la imposibilidad de dormir, leí el tercero (La ciudad derretida) que me me pareció bueno e imaginativo. El último, en cambio (Recuerdos de infancia), con mucho Kafka, Poe y nostalgia, no me gustó tanto (o lo sufrí). Hubiera tenido más sentido si la narradora se presentara profundamente insatisfecha con su vida, y sin salida a la vista; pero no me pareció que fuera el caso
Y más allá de las dificultades que la autora debió enfrentar durante la dictadura comunista de Ceaçescu, se percibe una nostalgia por ciertos tiempos del pasado; tal vez atribuible a su momento vital, aunque también a otros factores.
"...daba gracias al cielo por haber nacido unos decenios antes, en un tiempo en el que todavía había tragedias y bosques, sufrimiento y pastos, y porque no llegaría a ver como desaparecen completamente de la tierra los pájaros y los pecados, las flores y la imperfección"
Incluyo, como apéndice, dos comentarios de Blandiana en una entrevista, que me han gustado.
“La diferencia entre un poeta y un escritor no consiste en que uno escribe versos y el otro prosa, sino en que el poeta no hace más que expresar un estado de gracia y sólo a través de él este estado de gracia puede plasmarse en el mundo (se trata de un camino, en el sentido hindú de los vedas), mientras que el escritor es un profesional de la escritura que se sienta ocho horas al día en su mesa de trabajo, etc. En este sentido he sido escritora en raras ocasiones, pero casi siempre poetisa.”
“En la poesía lo que estaba en juego era la vida, esto lo sabía no sólo el escritor sino también el lector. Y eso se traducía en un reconocimiento mutuo. Y este reconocimiento daba miedo a las autoridades y le confería al poeta una importancia más allá del ámbito literario. Adquiría una importancia directamente proporcional al riesgo que asumía cuando escribía lo que escribía. En las condiciones de libertad posteriores a 1989 lo más difícil de aceptar y entender fue el hecho de que la libertad de la palabra disminuyó precisamente la importancia de la propia palabra.”
Ana Bandiana (Otilia Valeria Coman), nació en Timișoara, Rumania, en 1942. Fue una abierta opositora al régimen de Ceaçescu, que censuró muchas de sus obras, aunque logró filtrar mucho a través de la poesía (que para los censores resultaría incomprensible). El seudónimo Bandiana es el nombre del pueblo donde nación su madre. El de Ana, no sé.
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