by Aicha Bassry
Reviews:
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12 Oct, 2025
4,5
"Existen sentimientos previos que nunca nos abandonan aunque estemos soñando mientras dormimos, tales como el miedo continuo a ser observados por los demás."
La delgada línea que separa a los muertos de los vivos es cruzada, con elegante indiferencia, por el sueño. ¿Cuál es el lugar de los muertos? ¿Que siente, que piensa, un hombre primitivo cuando, en sueños, se le aparece su padre, ya muerto?
Y así como el sexo es una venganza provisional contra la muerte, entrar en el sueño es también, por su modo de abandono, una suerte de práctica para el momento de la muerte.
Y los sueños se convierten en palabras a través de la poesía, insensible a la lógica cartesiana.
La narradora es una mujer marroquí que vive en París, una viajera con una salud endeble, y sus períodos de vigilia transcurren entre la cama del hospital y los aviones. Y en los períodos libres, se dedica a buscar pistas que le den sentido a sus sueños recurrentes, desde el desván de la misma casa, y la figura de Juan Rodrigo Omeya, quien en sus diversas versiones, también aparece como narrador intercalado en las notas al pie, junto con otros personajes.
Pero la novela está dominada por sus sueños recurrentes, desde el desván, hasta el recorrido de la casa y la observación de sus habitantes, el perro, la carta de la mujer triste, narrados con un lenguaje poético y simbólico.
Una forma de acercarse a la verdad de otra manera, como los místicos, como la locura.
Una novela que me gustó mucho.
PD: Personalmente descreo de la posibilidad de vínculos entre vivos y muertos, así como del carácter profético de los sueños. En cambio sí considero que incluir estas opciones en la literatura pueden darle una gran riqueza, de la cual disfruto mucho.
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