Una novela que comienza

De acuerdo a algunas versiones, Macedonio Fernández decidió escribir su primer libro para que la gente dejara de creer que era un personaje inventado por Jorge Luis Borges. En la introducción al libro, se incluye una cita que parece confirmar que algo de eso había. "Nací porteño y en un año muy 1874. No entonces enseguida, pero sí un poco después, ya empecé a ser citado por Jorge Luis Borges, con tan poca timidez de encomios que por el terrible riesgo que se expuso con esta vehemencia comencé a ser yo el autor de lo mejor que él había producido. Fui un talento de facto, por arrollamiento, por usurpación de la obra de él." La novela, como indica su título, es una que comienza, y no deja de comenzar; y una y otra vez, el narrador se va por las ramas con una serie de pensamientos y desarrollos sobre la literatura y sobre la vida, que incluyen la estética de la siesta, o ideas sobre cómo se debiera escribir una novela: un constante juego con las palabras y las ideas, sin ningún propósito más que un placer lúdico. "Han comprobado que las novelas que no debieran seguir integran el 98 por ciento de las que salieron y siguieron." "Un prólogo que comienza enseguida es un gran descuido; el preceder que es su perfume se le pierde, como el futurismo que se practica genuinamente sólo dejándolo para más adelante." "…yo, la Novela, soy un total de ensueño, un ensueño total, y un día el que me soñó me olvidará; cesaré entonces para siempre, y ceso cada vez; por feliz, por triunfante, él no me sueña; vosotros no olvidaréis nunca de existir." Un libro extraño, atípico, de este personaje inusual, que si no confunde (ocurre mucho) es un buen disparador de ideas. Y si no, siempre queda el juego.